¿De qué hablamos cuando decimos Responsabilidad Social?
En los últimos años conceptos como Responsabilidad Social, Desarrollo Sostenible, Ética Empresarial, Economía Circular o Valor Compartido se han popularizando entre los consumidores y las empresas los han ido incorporando a sus estrategias empresariales. Debemos preguntarnos si todo es lo mismo o si al menos están o deberían estar relacionados, teniendo en cuenta que en las últimas décadas las organizaciones han dejado de ser meros agentes económicos, encargados de fabricar productos y/o servicios para el consumidor, convirtiéndose en entes inmersos en el entorno social y medioambiental con el cual interactúan despertando una preocupación por su comportamiento ético.
Estos intereses no son recientes; de hecho, nos podríamos remontar hasta el siglo IV antes de Cristo y la Teoría Aristotélica de la Responsabilidad. Sin ir tan lejos, Adam Smith, el llamado padre de la economía moderna y del liberalismo económico, vincula la ética y los negocios en su obra “La teoría de los sentimientos morales”, publicada en 1759. En ella afirma que “Por muy egoísta que se suponga que es el hombre, es evidente que hay en su naturaleza algunos principios, que le hacen interesarse por el bienestar de los demás, y hacerle necesaria su felicidad, aunque nada derive de ella si no es el placer de verla” (Smith, 1759).
Paradójicamente, los detractores de la Responsabilidad Social abanderan al propio Adam Smith, citando una de sus frases más célebres: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés” (Smith, 1776).
Algo similar ocurre con Milton Friedman, Premio Nobel de Economía en 1976 y padre del neoliberalismo económico, quien sostenía que “el negocio de los negocios es hacer negocios” (Friedman, 1962). Sin embargo, en obras posteriores afirmó que “La responsabilidad del ejecutivo es manejar los negocios de acuerdo a los deseos de sus accionistas, que generalmente son ganar tanto dinero como sea posible, cumpliendo con las reglas básicas de la sociedad, tanto las establecidas en las leyes como aquellas plasmadas en las costumbres éticas”. “Puede, en el largo plazo, ser del interés de la empresa, que es un gran empleador en una pequeña comunidad, el dedicar recursos a proporcionar facilidades a la comunidad o mejorar su gobernanza. Esto puede facilitar la atracción de empleados, puede reducir el costo de la nómina o reducir las pérdidas y el sabotaje o tener otros efectos beneficiosos” (Friedman, 1970).
Por tanto, analizando su obra completa y no los fragmentos más conocidos, tanto Adam Smith como Milton Friedman podrían ser vistos como precursores de la Responsabilidad Social.
Es necesario esperar al siglo XXI para ver como la ética, “un saber que pretende orientar la acción humana de un modo racional en el conjunto de nuestra vida” (Cortina, 1994), se entronca verdaderamente en la economía. La opinión pública, cada día más informada, exige un determinado comportamiento a las empresas. Así, el Nobel de Economía Amartya Sen (2009) plantea el estudio de nuevos índices para medir el bienestar real de la población: “lo que crea bienestar no son los bienes en sí mismos, sino la actividad para la que son adquiridos. De acuerdo con este punto de vista, la renta es significativa por las oportunidades que crea”.
Se considera que una organización es socialmente responsable cuando asume obligaciones a un nivel superior al cumplimiento de las normas económicas y legales. Ante esta realidad podemos afirmar que dos términos han adquirido una especial relevancia: “desarrollo sostenible” y “responsabilidad social de la empresa”. El desarrollo sostenible, que nació ligado al medio ambiente, fue definido en 1987 por la Comisión Brundtland como “un desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para dar respuesta a sus propias necesidades”. Sin embargo, existen autores como Lozano (2006) que defienden la unidad de ambos conceptos y abogan por utilizar el término “Empresa Responsable y Sostenible” (ERS).
En este contexto, los objetivos del desarrollo sostenible son el crecimiento económico, la sostenibilidad ambiental y la equidad social. Inicialmente los aspectos ambientales acapararon la atención pero en los últimos años el protagonismo se centra en el argumento social.
A pesar de los distintos matices existentes se puede encontrar un consenso general sobre las principales características de la Responsabilidad Social (Comisión Europea, 2002): – Consiste en un comportamiento que adoptan las empresas voluntariamente, más allá de sus obligaciones jurídicas, por considerar que redunda a largo plazo en su propio interés. – Está intrínsecamente vinculada al concepto de desarrollo sostenible: las empresas deben integrar en sus operaciones las consecuencias económicas, sociales y medioambientales. – No es algo que pueda “añadirse” de forma opcional a las actividades principales de la empresa, sino que afecta a su propia estrategia.
En palabras de la Unión Europea (2001), la Responsabilidad Social Empresarial es ”la integración voluntaria por parte de las empresas de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores”.
En el documento “Europa 2020: Una estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador”, publicado en 2010 por la Comisión Europea, se profundiza en la necesidad de tres factores fundamentales para el crecimiento, que tendrán que ser implementados a través de acciones concretas en la Unión Europea y a nivel de cada país. Se trata de un crecimiento inteligente (basado en el fomento del conocimiento, la innovación, la educación y la sociedad digital), un crecimiento sostenible (lograr una producción más eficiente en recursos a la vez que se incrementa la competitividad) y un crecimiento integrador (mayor inclusión en el mercado de trabajo, programas de formación y lucha contra la pobreza).
Una de las siete iniciativas emblemáticas que forman parte de la Estrategia Europa 2020 es “Una Europa que utilice eficazmente los recursos”. Su objetivo es ayudar a desligar crecimiento económico y utilización de recursos. Promueve la eficiencia energética, apoyando el cambio hacia una economía con bajas emisiones de carbono, un mayor uso de las fuentes de energía renovables, el desarrollo de tecnologías verdes y la modernización del sector del transporte (Comisión Europea, 2013). Actualmente es la principal estrategia de Europa para generar crecimiento y empleo, con el respaldo del Parlamento Europeo y el Consejo Europeo.
En este contexto, la Comisión Europea adopta a finales de 2015 el “Plan de Acción de la Unión Europea para la economía circular”. Se trata de un paquete de nuevas medidas cuyo objetivo es ayudar a las empresas y a los consumidores europeos en la transición a una economía más sólida y circular, donde se utilicen los recursos de modo más sostenible. En otras palabras, se intenta superar el modelo de economía lineal basado en la extracción, fabricación, utilización y eliminación, y “cerrar el círculo”. Para ello se proponen acciones para incrementar el reciclado y la reutilización, aportando beneficios tanto al medio ambiente como a la economía. El objetivo de estos planes es extraer el máximo valor y uso de todas las materias primas, productos y residuos, fomentando el ahorro energético y reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.
La economía circular supone, por tanto, una clara intersección de los aspectos ambientales y económicos pero también sociales, ya que la misma se basa en el concepto de ciclo de vida. En una economía circular, el valor de los productos y materiales se mantiene durante el mayor tiempo posible, el uso de recursos y los residuos se reducen al mínimo, y los recursos se conservan dentro de la economía cuando un producto ha llegado al final de su vida útil, con el fin de volverlos a utilizar repetidamente y seguir creando valor. Este modelo puede crear empleo, promover innovaciones que proporcionen una ventaja competitiva y mejorar la protección de las personas y el medio ambiente. También puede ofrecer a los consumidores productos más duraderos e innovadores que aporten ahorros económicos y una mayor calidad de vida. En resumen, la economía circular contribuye a la Responsabilidad Social Empresarial.
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- Comisión Europea (2001). Libro Verde: Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas.
- Comisión Europea (2002). Comunicación de la Comisión relativa a la responsabilidad social de las empresas: una contribución empresarial al desarrollo Sostenible.
- Comisión Europea (2010). Europa 2020: la estrategia de la Unión Europea para el crecimiento y la ocupación.
- Comisión Europea (2013). Comprender las políticas de la Unión Europea Europa 2020: la estrategia europea de crecimiento.
- Cortina, A. (1994). Ética de la empresa. Claves para una nueva cultura empresarial. Trotta, Madrid.
- Friedman, M. (1962). Capitalism and Freedom, University of Chicago Press, Chicago.
- Friedman, M. (1970). The Social Responsibility of Business is to Increase its Profits, The New York Times Magazine September 13.
- Lozano, J.M. (2006). “De la Responsabilidad Social de la Empresa RSE a la Empresa Responsable y Sostenible ERS”, Papeles de Economía Española, nº 108, pp. 40-62.
- Sen, A.K. (2009). The Idea of Justice, Harvard University Press; London: Allen Lane.
- Smith, A. (1759). The Theory of Moral Sentiment, Edited by Knud Haakonssen. Cambridge.
- Smith, A. (1776). An Inquiry into the nature and causes of the Wealth of Nations, W. Strahan and T. Cadell, London.